Te quiero, pero adiós
¿Habrá mayor insensatez que perpetuar una situación que te hace infeliz?, dicho así suena muy claro, y seguro que me respondes que no te gusta sufrir, y seguro que para muchas personas es así, pero ¿qué pasa con las otras?, con las que son adictas a una relación, aquellas que experimentan ansiedad y miedo cuando su pareja se aleja.
Cuando hablé sobre los apegos, nombré al apego ansioso, ¿te suena esto de comenzar una relación y en seguida pensar que es tu media naranja, de estar flipando por la conexión que tenéis o de querer simbiotizarte con la persona?, esa persona empieza a ocupar todo el espacio en tu mente, puede que cambies planes cuando quiera quedar, que te esfuerces por parecer más y mejor, en definitiva dejar de ser tú. El mundo se vuelve más pequeño, tu desapareces y la persona se vuelve lo más importante y nubla todo lo que tienes porque sólo ves ese área de tu vida, convirtiéndose en una obsesión. Esto puede ser muy emocionante al principio, pero a la larga te desgasta, porque toda tu energía está volcada en una sola cosa, es como una adicción, dependes del objeto adictivo, y todo gira en no perder lo que crees que tienes, dicho de otro modo, tu relación se empieza a basar en el miedo a perderle en lugar de en el amor, en una relación donde eliges y te eligen, libremente.
Tu mente empieza a generar un sin fin de diálogos imaginarios y fantasías catastróficas que generan ansiedad, exceso de control y que harán que explotes en cualquier momento por cualquier tontería, y tu pareja se quede espantada por que no tiene ni idea de qué le estás hablando.
Un hombre iba conduciendo cuando se le pincha una rueda, al darse cuenta y ver que no tiene gato para arreglarla se dirige a una casa que ve a lo lejos. Durante el camino empieza a pensar: y si es una mujer y se asusta al verme, y si me quiere cobrar por dejarme al gato, uff tal vez no quieran dejármelo… y durante todo el recorrido su cabeza está dándole vueltas a toda una infinidad de posibilidades a cada cuál más catastrófica.
Al llegar a la casa, y tras abrirle la puerta una anciana, el hombre le responde inmediatamente «métase el gato por donde le quepa» y se marchó airado.
Esta irrefrenable necesidad de un otro, se llama sed de amor, y es fruto de una idea loca que tiene que ver con una creencia irracional y muy subconsciente que es que no eres querible, y en cuanto percibas el menor atisbo de alejamiento entrarás en el miedo por contactar el vacío, cosa que es lo único que te puede ayudar, adentrarte en el, sostenerlo y ver que puedes atravesarlo, pero como es una sensación sumamente angustiosa, harás todo lo posible por no vivirla, reproches, enfados, hacerte la víctima, y todo un despliegue de mecanismos para evitar esa terrible sensación, esto minará la relación y te dejará un reguero de culpa, puede que todo vuelva a ir bien un tiempo hasta que cualquier evento disparé de nuevo tus miedos y tu necesidad de aferrarte a la persona, y esto, NO es amor, es adicción, necesidad, deseo del ego.
En una relación, no hay que forzar nada, hay que crearla y construirla juntos, con un proyecto en el horizonte, sea el que sea, pero no vivir esclavizadas por el miedo. Esta rueda de hámster, que te hace vivir en carencia porque no sientes que puedes ser correspondida, o nunca es suficiente. Una tortura a la que te has acostumbrado y no te das cuenta del alto coste emocional, mental e incluso físico que te produce.
Si te identificas con esto, aquí te dejo algunas ideas que te pueden servir, aunque la única manera que conozco para que este patrón de conducta se vaya reduciendo es un profundo trabajo de auto conocimiento que te ayude a quererte para poder querer y ser querida como te mereces.
- Estar hasta el gorro: Lamento ponerte tan crudamente ante la realidad, pero tropezamos una y otra vez con la misma piedra y cada vez que lo hacemos nos desgastamos un poco mas. Hasta que no seas consciente de la infelicidad que te produce, no llegará el momento en que decidas de verdad que quieres transformar tu forma de vincularte, esto será un proceso que primero entenderás de manera racional y después con todos los poros de tu piel.
- Hacer un profundo trabajo de auto conocimiento: Necesitarás revisar cómo funcionas en tus relaciones, tus patrones relacionales, emocionales, de pensamiento y comportamiento. Atender a como fueron tus vínculos primarios en la infancia y esos dolores que pertenecen al pasado y se van repitiendo una y otra vez en el presente. Incluso las fidelidades a tu clan familiar. Tener la oportunidad de hacer las paces con lo que fue, y cambiar tu presente. Para esto necesitarás ayuda de algún profesional que te acompañe en el proceso y te haga ver lo que tu no alcanzas, con apoyo y confrontación en ocasiones.
- Revisar creencias: Tus creencias determinan tu comportamiento, debajo de la idea de no ser querible que he mencionado antes puede haber diversas creencias: que no te mereces el amor, o que no es posible para ti etc. , es necesario que las reactualices y coloques en el lugar que deben estar, si fue una idea que te tragaste de tu padre o de tu madre, hay que ver qué tomas y que dejas de ellos, masticar la creencia en lugar de tragarla porque están haciendo que sesges la infomación que recibes y haciéndote sufrir.
- Revisión cómo han sido las figuras de apego: No te digo nada nuevo diciendo que aprendemos a establecer vínculos tal como lo percibimos durante la infancia. Si no tuviste una figura contenedora en tus momentos de angustia es fácil que ahora la busques desesperadamente, si tu eras el pegamento entre tu padre y tu madre, tal vez evites situaciones conflictivas, si percibiste rechazo, evitarlo será el motor de tu vida.
- Conectar con nosotras mismas y validarnos (lo que sentimos, pensamos y queremos). Cuando nos apegamos dejamos de existir, desaparecemos y la otra persona ocupa el lugar principal. Atendernos es empezar a aparecer
- Buscar apoyos: encontrar la manera de apoyarte en ti, y en personas específicas donde no sientas el juicio para atravesar los momentos de ansiedad y vacío que aparecen.
- Aceptar la impermanecia: La idea de que nada es permanente es un concepto que los budistas tienen muy integrado, pero en nuestras sociedades nos aferramos a las cosas. El apego es como una sed insaciable que hace que te aferres a esa relación, pero que no tiene fondo porque te vuelcas en asegurar esa relación ya que crees que tu vida sólo adquiere significado si la mantienes. Por lo tanto es necesario abandonar la lucha por mantener a toda costa algo que te está haciendo daño.
- Elegir lo que queremos: En contraposición a elegir lo que crees que necesitas por miedo. ¿Quieres estar en una relación por miedo a no encontrar a nadie más o por miedo a no tener momentos de intimidad? O ¿quieres estar en una relación donde ambos os preferís sobre otras personas, con un proyecto en común construido por ambos? Desapegarse es elegirse a una misma y elegir con lo que se cree que se merece no estar en el miedo a perder lo que se tiene.
- Trabajar los miedos: detrás de cada apego hay un miedo que esconde un falta de algo, y esto es lo que debes subsanar, saber cuál es tu déficit para no cargarle a la persona con tu mochila particular.
- Adentrarse en el vacío: Nuestro ego evita a toda costa sufrir y por eso hace todo un despliegue de conductas, para evitar contactar con el dolor. Si quieres desapegarte, si o sí vas a pasar por momentos difíciles, en los que muchas veces creas que no vas a poder con ello, pero no es verdad, es una trampa egoica, lo mejor es que cuentes con ayuda profesional para que sea sostenible, busca apoyos de gente cercana donde no te importe mostrar parte de tu vulnerabilidad, invierte parte de la energía que volcabas en la relación en otras actividades que te satisfagan, haz algo por aportar a los demás. Ten confianza en que todo pasa, ninguna emoción, por dolorosa que sea se quedará a vivir permanentemente en ti.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero…, cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada.
Y esto es… ¡Saber vivir!
Charles Chaplin